Un reloj automático funciona aprovechando la energía de los movimientos de la muñeca para dar cuerda al mecanismo. Cuando no se lleva, puede pararse, lo que obliga a darle cuerda para reajustar la hora y mantener sus complicaciones.
Sin embargo, el armado manual puede resultar tedioso, sobre todo para los modelos sofisticados con complicaciones (calendarios perpetuos, fases lunares, tourbillons, etc.). Por ello, se recomienda utilizar una bobinadora de reloj automático, para evitar los riesgos de una manipulación incorrecta o torpe.
Al reproducir fielmente los movimientos naturales de la muñeca, una bobinadora de reloj automático garantiza la lubricación de las piezas internas, reduciendo así el desgaste.
Es un aliado esencial para mantener la precisión y la longevidad de sus relojes, a la vez que los presenta en un estuche refinado que complementa su elegancia.